Ayer tuve, como ya os había comentado, la primera sesión del taller “Cuentos sobre la piel” con Irene. Me gustó bastante dedicar un hueco del día a algo tan importante como es el fomentar el contacto físico con los peques y si la excusa es además un cuento, pues mejor que mejor.
La verdad es que siempre he tocado, besuqueado y manoseado a mis “pezqueñines” y ya no sólo por ser algo pegajosa, sino que de una manera instintiva he sentido que debía ser así. De hecho la naturaleza, que bien sabia es, hace que los bebés sean tan tiernos y achuchables, entre otras cosas, porque sobre todo en esta primera etapa de la vida el contacto piel con piel es vital.
Pero los niños van creciendo…y el contacto físico se va dosificando. Y hablo de la primera infancia. Parece ser que el hecho de que los niños vayan ganando en independencia incluye también el que no necesiten tanto de ese contacto, que hasta bien mayores, seguimos necesitando.
“… Amelie creció aislada del resto de los niños por decisión de su padre, debido a su equivocada creencia de que ella sufría problemas cardiacos. Lo que en realidad ocurría era que cada vez que él le hacía un chequeo médico en casa, el corazón de Amelie se disparaba, simplemente por el contacto físico con su padre…”.
3 comentarios:
Es una pena que luego, la mayoría de la gente, se vuelva un cardo borriquero...
"Bailar pegados es bailar, igual que baila el mar, con los delfines"...
¡Qué bonito me ha parecido lo que has escrito!
A mi me encanta lo que dice Frederick Leboyer
"Hay que hablar a la piel del pequeño
hay que hablarle a su espalda
que tiene sed y hambre igual que su vientre."
Y claro eso es para el bebé, y para el niño, y para el adolescente, y para el adulto y para el anciano ...
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