
No sé si es por causa del momento en el que estamos viviendo, pero lo cierto es que parece que resurge el “hazlo tú mismo”. Motivado o no por las cuestiones económicas, me alegro mucho de que volvamos a desempolvar libros de recetas, saquemos del baúl de los recuerdos agujas de tejer y lana, nos acerquemos a las tiendas de manualidades o simplemente nos esmeremos por arreglar y reciclar utensilios a los que hace poco hubiéramos enviado rápidamente a la otra vida.
Internet es un precioso escaparate para todos los amantes del mundo DIY (do it yourself), dónde se comparte información acerca de cómo hacer esto o aquello, intercambiar creaciones, ideas o simplemente mostrar que con un poco de tiempo e imaginación podemos hacer cualquier cosa sin tener que pasar por la caja registradora.
Ya era hora de liberar y potenciar esa vena creadora y creativa que todos llevamos dentro y de mostrar que no somos tan inútiles como esta sociedad, en que todo está “listo para consumir”, se empeña en hacernos creer.